lunes, 12 de abril de 2010

BOLIVIA - Trekking en Sorata

Acababa de llegar a Sorata, un lugar de montaña a unas 3 horas de La Paz. Allí pensaba unirme a mis amigos israelíes Alex y Eyal, aquellos que conocí en Iguazú y que tanto compartí en Argentina. Ellos me llevaban un día de ventaja en un trekking de tres días, pero tal vez podría unirme. Tuve suerte, el mal tiempo les había retenido y pudimos reencontranos. La verdad es que hace ilusión volver a gente del camino, en especial cuando son personas con las que hay compenetración.

Me contaron su plan. Era un trekking que empezaba en Sorata y nos llevaba a conocer la Laguna Chilata y la Laguna Glaicar, a unos 4.000 y 5.000 metros respectivamente. No disponía de tienda de campaña (carpa), ni neopreno (colchón), pero pude alquilarlo por unos 4 euros. El resto lo habían pagado ellos y teníamos que dividir (unos 40 euros cada uno. Equipo, comida, transporte y guía-cocinero - aquí es normal así).

Salimos al día siguiente (viernes 09 de abril) por la mañana. Nuestro guía Félix Chino nos llevó cerca de su casa donde recogimos las dos mulas que cargarían con parte de la carga. ¡Sí! mulas, jeje. Cada una puede con unos 25 kilos y caminan hasta 17 días sin rechistar, o al menos eso nos explicó el guía.

El camino estuvo siempre nublado y llegamos por la tarde a la Laguna Chilata. Bella, pero poco para lo que esperábamos. Al menos estábamos solos y eso te hacía sentir especial. Allí, a tanta altura, la vista era clara y sobrecogedora, sin nubes ya. Montamos el campamento y Félix comenzaba a prepararnos la cena (sopa y pasta con verduras). El frío era intenso, demasiado para lo que nos habían dicho. Me fuí a mi tienda a dormir muy tenprano, sobre las 20.30. Había que descansar y entrar en calor. Me metí en el saco y pronto dormí. "¿Qué hora es?, ¡¡Dios no!!, ¡¡Sólo las tres!!" El frío me había despertado. Principalmente los pies helados, ¡¡ese dedo gordo!! imposible dormirse así. Me puse tres pares de calcetines. Ya de por sí dormía con toda la ropa: dos camisetas, dos chaquetas, un gorro y mi saco, además de los tres pares, ¡¡nada!! tras un rato tuve que ponerme sentado e intentar calentar mis pies. Me concentraba y pensaba que la mente lo puede todo, pero joder, ¡qué poco funciona eso cuando quieres de verdad!. Ir a la montaña poco equipado tienes sus riesgos y esta es sin duda la peor noche que he tenido en mi vida. Bueno, esta y aquella en que conocí a aquel travesti que resultó ser mi amigo....jajaja, no, es broma.



Casi no dormí ¡¡y por fin amaneció!!. Desayuné aún con frío y tras terminar comenzamos la subida. Cada vez costaba más respirar, no olvidemos que estábamos a más de 4.000 metros y venía lo más duro. El tiempo acompañaba y las mulas en el campamento.

 Me siento orgulloso, pues fue durillo (Father, aquellas mañanas en el Médano haciendo ejercicio y aprendiendo la importancia de la respiración sirvieron de mucho).


Llegamos por fin a la Laguna Glaciar. Por el camino vimos a los increibles cóndores. A más de cinco mil metros ahí estaban, sin mover las alas, sólo aprovechando las corrientes de aire. De vez en cuando ¡¡Boom!!, no lo sabía, ¿qué es eso? Parece que hay minas de estaño en la zona y las voladuras se podían oir de cuando en cuando. De hecho entramos en una pequeña y vimos las marcas del mineral que extraen.



Todos eperábamos más de aquella laguna, pero las vistas desde ahí arriba era imponentes. Incluso se veía el lago Titicaca. Volando sólo tardaríamos 15 minutos y en "movilidad" casi 5 horas, increible.



¡¡Y cómo no!! voy a llegar ahí y no me voy a bañar, ¡sí! seguro. En la otra no se permitía, pero aquí no había problema. Supongo que porque saben que pocos son tan tontos, jeje. Pues aquí tiene uno y dos más de Isreal, jajaja. ¡Fuera ropa! y a dentro. ¡¡Shhh! no olvidemos que el tito Pablo ya vivió en Finlandia y sabe lo que es un mar helado, ¡eh! respetito, jajaja. Luego bocatita de atún....joder, qué bien entró.



Tocaba bajada y noche más en el campamento y aunque no soy un loco forofo, esa noche jubaga el Real Madrid vs. Barcelona (¡Qué pena no verlo! es un pequeño punto de unión también. Ahora con el mundial. Ese si que apetece). Esta vez cenamos antes, no queríamos que nos pillara la fría noche. Decidí mudarme y comparir tienda, ya saben, por eso del calor humano, pero sin mariconadas, jajaja. Esta vez me abrigué algo más, lo que pude, pero de nuevo noche terrible. Nunca más, lo juro. La próxima con saco de oca, como si la meto viva conmigo, jajaja.



La bajada fue camino nuevo, como la subida fue nublada, todo lo que vimos era por primera vez. Llegamos a Sorata pronto y tras el esfuerzo merecía la pena un buen descanso. ¿Qué tal Altai Oasis? Un lugar en medio del bosque, junto al río, con piscina, hamacas, restaurante estupendo y muchas otras comodidades (5 euros la noche), ¡¡Recomendado!!



Ya era lunes y mis compañeros de viaje planeaban ir a La Paz y de ahí a Copacabana (Lago Titicaca). Preferí aprovechar y me hice una rutita. Primero el mirador de Laripata y luego la "Gruta de San Pedro", todo en la zona. Era fácil, en total unas 4 ó 5, pero ¿qué pasa cuando te da por imporvisar y buscar un camino que te comentan sobre la marcha? Aquí en Bolivia es peligroso, porque se explican un poquito mal la verdad.

Acabé pateando por las lomas de todas las montañas, casi perdido, pero convencido de que no había pérdida: "Sí, esto es aventura Pablo - me decía. Ya, pero como me caiga aquí, no me encuentra ni el Tato. Qué estás en Bolivia en medio de la montaña y nadie lo sabe". Ale, campo a través llegamos a un camino y de ahí por fin a la Gruta. Comí y bebí algo en un pequeño puesto en medio de la nada, donde la joven Emma, la tendera, me ofreció un taxi para volver si me interesaba. Dije que no, pero tras comer y ser consciente de mi cansancio le dije que por favor le hiciera esperar a mi salida de la cueva.

Entré en la gruta (1,5 euros), estaba sólo y según el libro de visitas, el único español desde hace tiempo. Esta cueva tiene una laguna de hasta 400 metros de profundidad y se desconoce su longitud. Habitan muerciélagos que puedes ver y oir con facilidad.



Tras un rato dentro, curioseando con tranquilidad, salí para volver a mi hostal y descansar. Allí me esperaba el taxi. El conductor, de 21 años, estaba tomando una cervecita, así que a pesar de lo lógico, le dije que se lo tomara con calma, no había prisa y ya iba a contralar yo cuanto bebía. Finalmente acabaron él (Iván) y Edgar invitándome a unas rondas y charlando de la vida. A ellos le sorprende el precio de la vida en España y casi todas las preguntas iban por ese camino. No me extraña, es que esto es muy barato.

Por fin toca descansar. Ducha, cena, cama y nuevo destino. Amigos, nos vemos en el Lago Titicaca.

martes, 6 de abril de 2010

BOLIVIA - En la selva por Rurrenabaque

Esta historia también tenía ganas de compartirla. Además, cómo suena lo de la selva, ¡eh! jajaja. En realidad suena mejor de lo que es. No digo que no mereciera la pena, pero quería más jungla, más animales, más machetes cortando la maleza, jejeje.

El lunes, me fui de La Paz a lo alto de una montaña a unos 4.000 y pico metros de altitud. Allí me esperaba el camino de la muerte (Death Road). Una carretera aun activa cada vez con menos tránsito que lleva su nombre por su alta peligrosidad y número de muertes que ha ocasionado. La bajamos en bicicleta de montaña. Un sufrimiento para las muñecas, pues está llena de rocas, piedras y huecos. Ese día llovía ligeramente, pero lo suficiente como para hacer que tras 30 minutos estuviera mojado de arriba a abajo. Hasta con agua dentro de mis zapatos. A lo largo del camino hay cascadas que incluso caen en la misma carretera haciéndola aún más peligrosa. Las vistas son espectaculares, aunque las nubes impidieron que se viera mejor el barranco y la enorme altura.


Bajamos de 4.000 a 1.000 metros en sólo unas horas. Abajo nos esperaba una buena comida y una ducha. Aquí el clima ya es muy diferente. En La Paz, ciudad de altura, hace fresco, pero ya en Yolosa, lugar donde terminé, el clima es tropical. Mosquitos, calor y humedad.

Al día siguiente martes partía a Rurrenabaque. Justo antes de salir me encontré de nuevo con Ioné y Grilma (los canariones con quien había tropezado varias veces en mi camino). Mientras esperaba la guagua estaba con 3 alemanes muy simpáticos que pensé podrían ser mis futuros compañeros de viajes, pero "el camino" decidió que fueramos por lados diferentes. Y recuerden que a "el camino" no se le discute. Él manda.

Ahora me esperaban 14 horas de guagua, pero no como las de Argentina, aquí son 4x4 porque van por el camino de la muerte II. Vaya viaje terrible. Por el día disfrutas de la peligrosa vista, pero ya por la noche no hay quien duerma. Bocina en cada esquina para avisar en las curvas y saltitos que te despiertan cada 5 minutos..."qué noche tan hermosa".

Ya al día siguiente miércoles no había tiempo que perder. Llegué a las 7.00 AM y mi tour salía a las 9.30. Desayuné algo (batido de frutas - papaya y naranja, lo mejor - y sandwich de queso. Todo en el mercado municipal, es lo que más me gusta y barato, como no. Gasté 1,5 euros creo).

Nos esperaba otro agradable viaje por camino de piedras, 3 horas más dando saltitos. Tenía la barriga donde los riñones, los pulmones donde el hígado y el ...., no, eso en su sitio, jajaja.

Me esperaban 3 días y 2 noches en una selva amazónica (zona norte de Bolivia). La aventura comenzó en una canoa de madera muy larga donde íbamos unas 6 personas y el guía. Mi grupo era una pareja (Holanda y Austria), un inglés, un irlandés y dos chicas belgas. Todos muy callados al principio, pero poco a poco nos fuimos soltando.

Navegábamos por el río Yakuma. Ya el primer día pudimos ver los famosos delfines rosados. Llamados así porque debido al color del agua parecen tener ese color. En seguida se animó el holandés y detrás el resto. ¡Al agua a nadar con ellos! Aclarar que bien sabía entonces que en esas aguas habían pirañas, caimanes y anacondas, pero si el guía decía que se podía, entendíamos que no había peligro y además los delfines comen pirañas, jejeje. Los pink dolphins no se dejaron tocar, son algo tímidos, pero poco a poco se acercaban y se dejaban notar con su respiración fuera del agua y sus aletas.


Continuamos al campamento. Unas cabañas junto al río y en medio de la selva nos esperaban. Un descansito del viaje ¡y al bar!. ¡Sí! un bar junto a un prado con campo de fútbol y volleyball. Un bonito atardecer compartido con el resto de grupos que había en la selva. Fuimos en barca como quien va en coche y un cartel en medio del río avisaba del lugar del bar. Muy curioso.

Por la noche, tras la cena, fuimos a ver los ojos de los caimanes a la luz de nuestras linternas. Bonito espectáculo y además con luna llena (casi casi..).

Al día siguiente fuimos en busca de las anacondas. Nos calzamos unas botas de agua para caminar por las zonas pantanosas y ¡al bote!. Al llegar, ummmmm, qué bien, mi bota derecha tenía un agujero. Se lleno de agua estancada y barro podrido y así, seguí caminado. No hubo suerte, la serpiente estaba bien escondida. ¡Qué rabia! mira que tenía ganas de ver una. Pero no pasa nada, la vuelta estuvo llena de otros muchos aimales: monos, águilas, buitres, tucanes, papagayos, tortugas y especies que ni conocía. Por lo visto esta reserva alberga el 90% de las aves de todo Bolivia.

A la llegada al "ecolodge" (así llamaban al campamento) nos estaba esperando Frederick, un tranquilo caimán que solía descansar en la orilla. Era pequeño, pero suficientemente imponente. Aún así nos dimos un baño ahí mismo, eso sí, siempre con el ojo puesto en él por si se movía, jeje.


Ya el último día fuimos a pescar...¿pescar qué? jejeje. Las pirañas. Un poco de ternera, un anzuelo y al agua, yo no, el anzuelo, jajaja. Pesqué una, pero ya saben: "pezqueñines no, gracias" Así que al agua. Todas eran muy pequeñas, nos falto ver las grandes. Lo que más quería ver, pirañas y anacondas, no fue posible. Al menos el little caimán sí.

Detalles que imagino os interesan. ¡Sí! había cama, ducha y baño, en plan bien, sin lujos pero se podía sentar uno cómodamente. Eso sí, mientras estás ahí concentrado en lo tuyo tienes que ir eliminando mosquitos. ¡¡Vaya plaga!! Yo, gracias a mi "vella" capa protectora fui de los menos perjudicados, pero los guiris blanquitos del norte acabaron acribillados, todo un Picasso en la espalda.


La excursión a la selva costó 450 Bs (45 euros) y la bajada en bicicleta 420 Bs. (42 euros). ¿Cómo es posible esa diferencia). La selva eran 3 días a pensión completa, con guía y transporte...No tiene sentido. Creo que nuestro guía cobraba algo como 60 euros al mes y les aseguro que no tenía fines de semana libre. Viva la explotación y nosotros por apoyarla.

A la vuelta, ya viernes, pasé una noche en Rurre, queríamos tomar algo esa noche, pero era Semana Santa y prohibido vender alcohol (cerveza). Eso sí, si pedías ron cola no pasaba nada. Dependía del bar, pero vamos, que lo pusieron complicado. ¡Ay con estas normas religiosas sin sentido! Yo no creo en Dios, ¿por qué me obligan a seguir su religión/costumbre?. Quien no quiera beber que no lo haga. A mí déjenme en paz.

La mañana del sábado me levanté y decidí volver. Algunos volvían en avión (55 euros, aeropuerto de batalla) y otros pocos, como yo, en guagua.

El domingo eran elecciones regionales y eso había que tenerlo en cuenta, pues se paraban todas las movilidades. Pero claro, no creas que avisaron de forma correcta. Mi querido y muy mentiroso conductor, no hizo más que tomarle el pelo a todo el pasaje, bolivianos incluidos. A los cuales, con mucho respeto diré, que les falta algo de sangre en el cuerpo. Casi ni les molestó pasar unas 20 horas en esa miércoles de bus y dejar que aquel señor nos dejara tirados en la entrada a La Paz. Según él, 20 minutos a pié. Según otra gente 1 hora y según constaté luego, más que todo eso seguro.

Estábamos tirados, los bolivianos y los extranjeros (cuatro ingleses, un americano, una holandesa algo loca que me debe 30 Bs. - allá ella con su karma - y yo). El chófer nos había quitado los tickets para que no pudiéramos reclamar y se escondía en la cabina para que no le moléstáramos. Tras pasar unas horas, muerto de frío, durmiendo en la guagua, amaneció y nos dispusimos a caminar. Estaba prohibido cualquier vehículo en La Paz. De camino pasamos por una comisaría y la holandesa decidió actuar y decir que estaba muy mal. Un papel genial que resultó en un transporte para todos los extranjeros a manos de la policía. Por supuesto sabemos que la gasolina no es barata aquí, así que nos rogaron una pequeña colaboración para poder pagarla. En total 10 Bs. cada uno (unos 6 euros en total. Es poco, pero aquí parece más, sobre todo cuando es la policía quien lo pide. Abajo está la prueba, jeje. Saqué una foto).


Por fin estábamos en La Paz, un buen hostal (Point less), un sofá y a descansar del largo y duro viaje.

Llevo 2 días aquí y mañana toca continuar el camino. Pronto les contaré que tal.