lunes, 12 de julio de 2010

PANAMÁ - Bocas del Toro y cómo ser un inmigrante ilegal

El último destino elegido para pasar en Panamá fue Bocas del Toro, isla Colón. He dejado mucho sin ver en este país, pero el supuesto reto de dar la vuelta al mundo es ya casi una utopía y aunque no quiero acelerar mis pasos, tampoco quiero quedarme rezagado.

Arriba, casi frontera con Costa Rica se encuentra esta agradable isla de tipo caribeño con casas sobre el calmado mar Caribe. Como muchos otros lugares de por aquí, playas de arena blanca, cocoteros por todas partes y aguas cristalinas.


La idea era estar un par de días, conocer algunos de sus lugares típicos y continuar hacia el norte. Pero una vez más acabé pasando más de lo pensado. Ocho días a un ritmo muy relajado, conociendo gente del lugar y unos pocos turistas como yo, pues en realidad era un momento donde me apetecía estar a mi bola. Aún así, a veces se echa de menos tener compañía, especialmente los amigos y la familia claro. Hay momentos que apetece compartir y vivirlos sólo no es lo mismo. Sorprende encontrar gente como ese periodista alemán que lleva 8 años viajando sin pasar por casa o esa pareja que lleva dos años recorriendo el mundo y en una relación aún estable. Eso es amor forever.

En Bocas me sorprendió que había bastantes españoles residentes. Parece que Panamá es un buen destino para desarrollar negocios. Llama la atención sobre todo la cantidad de catalanes. Varios hostales y hoteles son propiedad de ellos en este pueblo. En mi caso fue el hostal Calipso, en la misma plaza central y a cargo de Marta. Habitaciones para cuatro con TV, aire acondicionado y baño privado. Unos 10 US$ la noche, con café y agua gratis. El uso de internet era de 1 US$ la hora.


En mi estancia visité varias playas del lugar. A pesar de ser un pueblo agradable tiene la pega de que todas las playas que merecen la pena no están cerca y suponen traslado en bote o en bus. La que más me gustó fue la playa de las estrellas. Repleta de grandes y rojas estrellas de mar es un lugar que no deja indiferente. La primera vez estuve por allí con mis ya buenas amigas de Islas Vírgenes que conocí en el bus de camino. La segunda vez al más estilo Náufrago me puse en un lugar alejado de toda civilización disfrutando del sol, snorkeling y buscando cocos para beber y comer de ellos. Dicen que el agua de coco es muy buena pues limpia. Lo mejor para la resaca. Cuanto más joven/verde es la fruta, mejor es su agua. Los que me conocen saben que yo soy de poco detalle, pues soy una persona extremadamente fina, pero efectivamente el coco es una fruta que limpia y ese día me limpió hasta cuatro veces, las dos últimas con mucha urgencia, jajaja. Señores, funciona. Ya soy un experto abriendo cocos y pelándolos con sólo una navajita de mala calidad.


Así como algo excepcional y capricho, decidí darme el lujo de contratar un catamarán. Al ser temporada baje el precio fue muy inferior y además un barco de 20 personas se quedó sólo para cuatro.


A parte hubo algo de tiempo para la fiesta, eso siempre. La buena gente se une y te acompaña anque sea a veces por una sola noche. Tenían que ver a la amiga americana bailando hip hop y su novio acompñándole algo en el coro de algunas canciones. Una noche genial. Gracias.


Comenzaba ya a sentir el peso del lugar. Cuando viajas mucho piensas en encontrar un lugar donde descansar y quedarte por un tiempo. Pero no era Bocas. Tras 5 días ya tocaba partir. Comencé a preguntar como salir. Se tarda muy poco desde aquí a Costa Rica. Como 4 horas más o menos por tierra. Dispuesto a comprar mi billete de bus me hacen saber que una huelga mantiene cerrada la carretera a la frontera. Por lo visto el gobierno sacó una ley (Ley 30) que afecta al gremio bananero tan importante en la zona. El patacón, plátano frito y machacado, es un acompañamiento básico y muy rico casi en cualquier plato. Habría que esperar un poco. Bueno, un día más no me haría mal. Pero la cosa se complicaba y ya la segunda frontera había cerrado también. El paso por tierra quedaba así prohibido. Decían que caminando era posible, pero llevaba unas 3 horas con ese maletón y el rico calor caribeño. Esa misma noche las noticias hablaban de muertos y un par de policías secuetrados a manos de los manifestantes. Se complicaba la cosa, caminar no era seguro. ¿Avión, barco? Lo primero caro y lo segundo aparentemente inexistente. Encerrado en la isla creo que iba a tener que pensar en otras opciones. A la mañana siguiente y aprovechando la coyuntura, una serie de marineros decidieron explotar la oportunidad y ofrecieron sus lanchas para llevar a aquellos turistas que lo desearan. El precio de 25 US$ era muy bueno considerando que casi cuesta lo mismo por bus y el barco no sólo era más rápido sino además más cómodo y divertido en mi opinión. ¡Adelante! vamonos de aquí que la situación se agrava.

Primero al aeropuerto a sellar el pasaporte con la salida del país. Un pequeño aeródromo que a su vez servía de campo de entrenamiento para el colegio y aficionados. Sí, el comienzo de la pista era un improvisado campo de fútbol y baseball (deporte oficial por la influencia de USA). Seguridad lo primero, jaja. Cualquiera entraba a la pista y se acercaba a un avión sin casi problemas. A no ser que tropezaras con una de las gallinas que por ahí corrían, jajaja. No, esto es broma.

Allí, varios militares esperaban ser recogidos para ir a la zona cero. Armados hasta los dientes con equipos antidisturbios: gases, escudos, casco y armadura, escopetas, porras, etc. Hasta cuatro aviones salieron al destino y volvían con civiles.


Lo primero y más divertido fue ver como nuestro capitán, el muy despistado y zumbado de la vida se marchó sin nosotros llevándose a otro grupo por error. Ale, a buscar a otro. Luego el segundo, un humilde señor de clase baja digamos que no se entendía muy bien con la burocracia clásica de inmigración. Papel aquí y papel allá, por fín, tras 3 horas y el previo break de la jefa de migraciones para comer su tupper frente a nosotros justo cuando nos tocaba, pudimos estar listos para embarcar. Comenzaba el viaje.

Capítulo I: Los guardacostas. Ya en aguas costarrisenses aparece la lancha de los guardacostas con 3 hombres y sus hermosos fusiles. Prohibiéndonos el paso y obligándonos a dar la vuelta como inmigrantes ilegales que al parecer éramos, tratamos de explicarles la excepcional situación que estábamos viviendo. Una huelga y el paso cerrado. Bien lo sabían, pero no podían hacer excepciones. Gracias a la suerte e intervención de dos chicas de Costa Rica que viajaban casualmente con nosotros conseguimos el paso, pero con la amenaza al capitán de que si pasaba de cierto punto su barca sería confiscada.

Capítulo II: La policía. El desembarco debía ser en la playa, tal cual patera en Canarias. Según nos acercábamos a la orilla divisamos la imponente figura de tres agentes de policía. Muy serios y con cara de pocos amigos nos recomendaron no bajar del barco. Explicando la situación una vez más pidieron los papeles al capitán de la lancha. Tanto los suyos como los nuestros, todos en orden, no servían de nada. Debíamos volver, la frontera estaba cerrada y nadie podía salir ni entrar del país por ese lado.


De nuevo nuestras amigas costarrisenses intervinieron antes nosotros. Ellas si podían desembarcar, pero primero otro aviso de que nadie más lo hiciera. Tras un largo debate aceptaron la situación y permitieron que bajaramos del bote. Estábamos en suelo de Costa Rica, éramos libres de nuevo, jajaja.


Más tarde nos enteramos que estos policías pertenecían a otro distrito y no debían estar ahí. Un policía de la zona nos esperaba pues sabía de nuestra llegada, pero justo no estaba en ese momento. Al día siguiente, ya en Puerto Viejo, donde ahora me encuentro, oimos que otro barco salió un día más tarde con los mismos problema, pero esta vez la solución fue más sencilla y cara: 40 US$ que tuvieron que pagar a algunos honorables miembros de la policía costarrisense. Viva la honradez y la ética. Tal vez eso buscaban de nosotros, pero les resultó dificil declararse corruptos ante ciudadanos de su país.

Seguimos subiendo. El paso por Costa Rica pretendo que sea breve. Este país tiene mucho que ver, pero el mundo también y mi objetivo es poder ver el máximo posible. Por aquí aún me espera Nicaragua, Honduras, Guatemala, México, Cuba y si hay suerte alguna isla caribeña y por último Brasil. Luego, la cartera y mi estado físico y mental dirán.

¡Y viva España! y el mejor equipo del mundo. La mayor pena fue no compartirlo en casa.

viernes, 2 de julio de 2010

PANAMA - Rascacielos y arena blanca

Por fin logré salir de Colombia. Como algunos ya saben, para entrar en Panamá me pidieron billete de vuelta. No quería pagar un nuevo vuelo para tirarlo o gastarme lo que costaba aunque lo aprovechara, pues estaban bien caros. Finalmente hice un reserva en una agencia de Panamá a Costa Rica cinco días después de mi llegada. La reserva se anulaba 3 días después, de modo que pude coger el avión a Panamá mostrando mi reserva de salida como si fuera un billete electrónico. Así de inteligentes y sin sentido son las aduanas. El control de salida de Colombia fue algo duro también. Registro completo personal y de equipaje de manos e incluso escaner de rayos X de cuerpo completo. Por lo visto ya lleva 2 años funcionando en Cartagena e intenta encontrar principalmente contrabando de drogas que hayan podido ser ingeridos.

Panamá, uno de los países más jóvenes de Centro América y una exprovincia de Colombia es un lugar que soprende en su capital "Panama city" por sus altos edificios.


La ciudad no tiene mucho que hacer o por lo menos que a mi me interese. El casco viejo y su bonita arquitectura. El canal de Panamá que NO FUI A VER. Sí, ya lo se, pero digamos que no me cuadraba bien. Pero me se la historia de su construcción. Algo es algo ¿no?


En Panamá, debido a la influencia de EE.UU la moneda oficial es el dolar, así que aquí el cambio no resulta complicado y todavía favorable para un europeo. No es muy barato que digamos, pero aún se puede comer por poco precio, si bien el hospedaje es algo más caro que otros paises. En torno a los 10$ y 12$ en un dormitorio. La electrónica según lo que oído no es más barata, ni si quiera en zona franca, así que no piensen en encontra gangas aquí, porque no es el lugar. Aún así, no me quedó más remedio que comprar una cámara nueva, pues la mía se rompió después de tanta marcha. Le entró arena fina y blanca en una de esas paradisíacas playas de agua tibia y cristalina de Colombia, jejeje. Ahora tengo una Canon SD980 (compacta claro). Espero que se nota alguna diferencia a mejor. Pues aunque la última era una Nikon Coolpix no estaba 100% satisfecho.

Otra cosa que me ha sorprendido mucho es la enorme afición por el mundial, donde los claros favoritos son Brasil (lo siento, ya están fuera), Argentina y como no España. Es algo exgareado lo que se ve en algunos coches, banderas a cada lado, bufandas en el salpicadero y toritos colgados del retrovisor o pegatinas en la parte de atrás.


En el hostal oí hablar de un lugar llamada San Blas, es un archipiélago de pequeñas islas, formado por unas 350 y habitados por los Kuna Yala, indígenas de origen colombiano que emigraron a dichas islas años atrás. Lo más interesante de estas islas es que es uno de esos lugares donde el turismo y toda actividad está controlada en su totalidad por los Kunas. Un turista o incluso un panameño no puede construir, vivir o trabajar a menos que la comunidad lo permita, cosa que es practicamente imposible. Se han oido de casos a través de matrimonios con extranjeros, pero aún ahí hay que andarse con cuidado, porque los Kunas no permiten ciertas actitudes que puedan perjudicar su orden social y/o político.

Ir a estas islas no es barato (50$ jeep para llegar i/v, 15$ barca para la isla i/v, 20$ mín. la estancia con 3 comidas. Tours a otras islas a parte, en torno a los 6$. TOTAL por 2 noches unos 120$), pero merece la pena conocer a los Kunas, su cultura, forma de vida y por supuesto disfrutar de un paraíso.

Mucha gente se acerca para ir o venir de Colombia. Yates y catamaranes son fáciles de ver atracados junto a las islas. Estos cruceros cuestan en desde 300 hasta 500 dólares según el número de días e incluyen paradas en muchas de las islas. Eso sí, el acceso a las islas tiene un coste de 1$ por persona.


Yo me quedé donde Ina, el sobrino de Robinson. Así es como conocen la isla (Isla Robinson), pero en realidad es el hospedaje. La isla tiene otro nombre que ahora no recuerdo. La gente allí es amable, honesta y muy abierta. Por lo menos en la isla. Si vas a la comunidad principal de la zona, son algo más cerrados y con la mala costumbre de pedir dinero para todo, incluido caminar por sus calles y/o sacar fotos (1$). Al menos sabes que el dinero es para ellos al 100%.

Así es el interior de las cabañas y el baño que no estaba nada mal para el lugar.


¿Y qué les parece lo fácil que era pescar langostas para los lugareños y encontrar estrellas de mar en la misma orilla? Nunca había visto una langosta tan grande ni una estrella de mar así.



Y bueno, aquello que se pesca, bien se puede comer. Así que nos dimos el gusto de comer langosta dos días. No era la que pescaron, esa grande me parece que la venden por ahí, pero igualmente muy buena. Comprar la grande directamente al pescador tenía un precio de unos 30$. No se hasta que punto hay explotación de la zona y si venden mucho al exterior o es para consumo propio de los nativos y turistas de visita. Confiemos que así sea, pues la venta al exterior podría traerles problemas a la larga.


Y que no falten los cocos, también disponibles en la isla sin coste alguno. Nuestro amigo Arnold se encargaba de pelarlos para nosotros con mucha maña.


De resto, poco más que contar. Mucha paz, mucho relax (insisto en la duro que es ser viajero) y mucho sol. A excepción de las temporales tormentas que aunque golpean durante muy poco tiempo lo hacen con una intensidad brutal. Truenos, relámpagos, rayos y centellas y mucha aguita..


¿La parte mala? que me perdí el partido de España vs. Chile. Nos desplazamos a la comunidad donde algunos tenían televisor pero no cable TV y ahí estuvo el problema. No me quedó más remedio que escucharlo por la radio sentado con las Kunas y sus niños. Justo ese día llegó una pareja española, así que al menos no estuve sólo en la afición. ¡¡Bien que ganamos!!